miércoles, 9 de junio de 2010

sin título II

abro los ojos y apago el despertador, pero sigo durmiendo un rato más. estoy tan cansada, pero no queda otra, con 10 kilos en cada párpado y a pesar del frío me levanto y me lavo la cara, desayuno, empiezo a funcionar. camino hasta la parada del colectivo sintiendo el peso del celular en la cartera, bailando entre el resto de los objetos. en cualquier momento puede sonar, estoy segura. basta que se encuentren millones de pequeñas ondas y decidan viajar juntas de antena en antena y aterrizar en mi telefonito y entonces empieza a sonar led zeppelin y eso es todo. juego con las monedas en el bolsillo y espero: el colectivo y no escuchar la voz de robert plant ni la voz del otro lado de la línea que trae malas noticias. me subo al 36 y me toca viajar parada mientras cuento los segundos que tardo y es tiempo de descuento, minutos con gusto a prestado. el viaje es corto y entonces el reloj se mueve porque sí, aunque le robe a la fatalidad pedacitos de vida para que igualmente haga sonar la música en cuanto me descuide, porque las malas noticias siempre llegan rápido, porque son inevitables, porque te estás yendo y te veo y te siento lejos y no te agarrás de mi mano y entonces caés y me dejás. estás acá pero de repente te veo en esa cama y casi no sos vos, agarrás mi mano pero te caés igual y de pronto me apretás los dedos, pero quién dice si esa no es tu despedida, quién dice que intentás aferrarte, hablarme, quién tiene derecho a decirme que estás pero no estás, que estás con vida pero te estás muriendo.

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