domingo, 27 de junio de 2010

esquivando charcos



llueve, por la ventana veo caer las gotas. casi ajenas, como si el vidrio fuera un límite impenetrable de la atemporalidad. la lluvia que está ahora cae igual que la de otros días pero el agua no es la misma. la miro llover y lloverse con más fuerza de a ratos, me distraigo, la vuelvo a ver y ya no es ella la única que cambió. se hace más oscuro el cielo, el vidrio se empaña en los bordes de siempre, hace frío, el viento sopla torpe entre tantos edificios, como buscando algo entre la multitud, como buscarte bajo la cortina de agua que inunda las calles, dejando vaporcito de aliento tibio en cada rincón, gritando tu nombre por encima del ruido de millones de clavadistas, cediéndole finalmente lugar al desencuentro. volver a la ventana, a mirar desde afuera, del otro lado de esa línea, esa frontera que me separa, de este lado de la lluvia y de aquel lado del reloj, sin vos, empapada, fuera de tiempo.

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