martes, 21 de junio de 2011

sábado, 4 de junio de 2011

algo de vos

es hora de confesarlo: escribir se me hace cada vez más difícil. ¿por qué? ¿porque voy a la facultad y estudio y entonces no tengo tiempo? bueno, sí, es más o menos así. ah, también resulta que estoy enamorada y cuando uno está enamorado la vida se vuelve francamente una porquería de la cual no te podés quejar, porque sos feliz y eso automáticamente te priva del derecho a huelga que tan formalmente se explica en el artículo 14 bis de nuestra constitución nacional. y si no escribís para quejarte de algo, para manifestar, digamos, la horrible tortura de vivir en este mundo condenado a la ruina, entonces ¿qué sentido tiene escribir, no? bueno, eso mismo pensé yo porque además quién querría leer algo lleno de azúcar y lugares comunes, a quién le interesa las tres mil formas de describir a tu enamorado bajo la luz de la luna y esas cosas? porque es lo único que podrías escribir, porque la alegría te invade de una vez y por tiempo indefinido te sumerge en una nube densa y húmeda y no reparás en los pequeños sufrimientos que te deleitaban en aquellos ya lejanos momentos de soledad. el año a pesar de ser electoral tiene un poco más de primavera y el país ya no te parece tanto una mierda como antes, porque lograste encontrar en él a una persona que vale la pena conocer y te enamoraste y bla bla. y entonces acá estoy, luchando contra la antiinspiración por pura rebeldía, porque se supone que la gente contenta escribe palabras de amor y poemas hasta en el baño y sin embargo me encuentro frente a las teclas y nada. nada, la poesía nunca me gustó y ciertas cosas me parecen un poco cursis para manifestar tan públicamente, aunque quisiera soy demasiado rockera para convertirme en la luis miguel de los blogs. entonces no queda otra que la triste confesión, la lenta pero segura sequía literaria por culpa de él que fue siempre mi primer lector, que fucking ironía. y asi con confesiones se arma un texto gruesito, con pinta de importante, de cuánto-que-escribió-esta-piba-para-decir-absolutamente-nada. nada que no sea que conoció a este flaquito, que lo conoció realmente y le cambió de tal manera la cabeza que la dejó así, con los ojos y la sonrisa más abiertos, medio del revés y más loca que antes. loca, pero feliz.