Basta.
Basta, basta, no me voy a hacer cargo de tu obsesión.
¿Por qué? No sé. Es lo que me sale. Al fin y al cabo todos pensamos, algunos simplemente lo hacemos con palabras tan sórdidas y tan irreales como éstas, compuestas por millones de píxeles brillando en una pantalla. Y muchos pensarán que uno es un idealista, que escribe creyendo que va a cambiar el mundo. Y a lo mejor a alguno le vienen bien un par de millones de píxeles que se le escapan a esta cabeza...
lunes, 27 de enero de 2014
martes, 21 de enero de 2014
sin título VIII
sentarme frente a estas teclas, leerte entre mis líneas.. figurita repetida de un álbum interminable
jueves, 9 de enero de 2014
mujer y ego
abre los ojos en una habitación desconocida. las sobras de la última cena, desparramadas en la cama, están demasiado maquilladas para su gusto de hoy. se viste así nomás y sin vueltas sale a la otra vida, la de los sábados a la tarde, anteojos de sol, fútbol y asado. el celular no para de vibrar, sus dedos teclean a la velocidad de la luz y la maquinaria está en marcha. se da un baño tranquilo, elige la ropa, cruza la puerta y ya es el otro. charla con todos mientras mira a su alrededor, encuentra al objetivo y se dispone a atacar, sin piedad y sin excusas. la morocha se resiste pero él le sigue el juego y le invita un trago y otro, y otro más mientras le narra la biografía de alguien que no es él. ella propone un brindis y los dos se ríen de mentira, fingiendo ser lo que más convenga, ocultando la suciedad bajo la alfombra. la triste y patética suciedad de ser dos muñecos que se esfuerzan por no conocerse, que creen que una frase hecha y un peinado es lo mejor que tienen para ofrecer de sí. las manos se empiezan a descontrolar y es en otra habitación anónima donde él despierta nuevamente. le pesan los ojos y también la desfachatez de prometerle que esa tarde la llama, pero mucho más le pesan las identidades que va acumulando en cada fin de semana. las caras, los nombres, los números, las vidas que va consumiendo en su camino hacia el game over, todo le pesa en el fondo y sin saberlo compra otra ficha.
llega el lunes, el contador marca cero de nuevo y el verdugo se viste de camisa y corbata y se camufla en la ciudad de la furia. es uno más del montón de hormigas perfumadas que en el subte se miran de reojo, despacito, con vergüenza, como si no hubiesen hecho lo que hicieron cuando la noche los apañaba, como si no fueran todos ellos presas y depredadores.
llega el lunes, el contador marca cero de nuevo y el verdugo se viste de camisa y corbata y se camufla en la ciudad de la furia. es uno más del montón de hormigas perfumadas que en el subte se miran de reojo, despacito, con vergüenza, como si no hubiesen hecho lo que hicieron cuando la noche los apañaba, como si no fueran todos ellos presas y depredadores.
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