lunes, 31 de mayo de 2010

Un poquito de algo

Escribo sin tener nada en mente. Nada en mente? Es posible tener nada en mente? Se puede pensar en nada? Sos vos el que piensa en nada o es la nada la que se piensa en vos?

Es lo mismo que acordarte de alguien y que aparezca su cara estática en el fondo de tus ojos, ahí donde sólo vos la ves. Estás pensando en algo concreto, en una persona de carne y hueso, pero cómo explicarselo a alguien que vive del otro lado de tus ojos, y cómo saber de qué lado estás en los ojos del otro? Te está mirando con los ojos de afuera o con los de adentro? Porque en los de adentro sos de otra manera, porque el recuerdo es atemporal. Entonces cuál mirada tiene más valor? Dónde está el límite, en el fondo o bien enfrente, ayer u hoy?

Siempre creí que cuando uno pensaba en nada en realidad tenía la mente como fija en una imagen, como una pantalla de cine en blanco.

Entonces corrijo: escribo teniendo en mente una pantalla gigante sin ninguna proyección.

Cut! Ok, from the top

Acá vamos de nuevo. Intento de blog, toma 2. Acción.

Tras recuperar la contraseña perdida - pobre palabra esdrújula tristemente sepultada por más de un año de inpronunciables vocabularios académicos, nombres y caras nuevas, pero sobretodo litros y litros de alcohol etílico - me encuentro nuevamente de cara a la pantalla de la B larga gorda, blanca y anaranjada con el firme propósito de hacer de este ejercicio una práctica constante. Constante por no decir ordenada, organizada, formal, seria ni ninguna de esas palabras cuya simple definición no se adapta a los parámetros de vida de quien las utiliza (por más que ella se esfuerce).

Como bien reza el subtítulo de este cuaderno de apuntes virtual e irremediablemente público que se hace llamar blog, no hay una razón que justifique la existencia de este espacio excepto que tengamos en cuenta que es básicamente lo único que sé hacer.. y que no tengo intenciones de ir al psicólogo para reemplazar estos métodos catárticos literarios.

Vuelvo a abrir la puertita que va directo a mi materia gris, que es como esas puertas de vidrio que nunca se sabe si tirar o empujar pero que definitivamente queremos cruzar porque nos tientan con las transparencias de lo que hay del otro lado. La abro y paso, total si lo de adentro es tan malo como lo de afuera al menos no me mojo si llueve. El último, que cierre.