miércoles, 13 de agosto de 2014

blood on the tracks

Mientras me encuentro acá leyendo tengo una sensación recurrente, la de una gota de sangre cayendo desde mi nariz hacia el libro. Casi puedo verla, una única gota roja rutilante, impregnando el papel. Intento seguir mi lectura pero es demasiado tarde, la siento escurrirse, la huelo, la espero. Es tan fácil sangrar, pienso. Realmente, no se requiere más que algunos procesos fallidos y una cuota de mala suerte. Cicatrizar tampoco cuesta demasiado, unas proteínas aquí y allá bien invertidas y listo. La biología es así, armónica y perfecta. Una célula vive, funciona, se divide y después sufre Apoptosis, es decir muere de forma programada siguiendo ciertos y determinados pasos. Todo el tiempo, siempre igual, sin excusas, sin mirar atrás, muere porque tiene que hacerlo, muere porque está viva.
Mientras la gota pierde su batalla contra la gravedad pienso en lo difícil de vivir con tanta ciencia encima. La miro redonda y aplastada, viva y muerta a la vez, mía pero también tuya.  Y asi espero llevarte siempre, en la sangre que fabrico y que me llena el corazón, que es tan tuya como este apellido que escribo con mi nombre, como estas lágrimas que lloro por vos.

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