miércoles, 9 de febrero de 2011

El Impulso

Andaban de la mano por las calles de siempre. Él hablando de sueños, ella soñando a la par. El sol estaba bajo, tibio, el viento les enredaba el pelo, mirándola se le ocurrió que no había en el mundo un ser más hermoso. Apretó más los dedos y sintió el calor de su pulso sereno, sus ojos lo atravesaban con una profundidad sincera, como si estuviera viendo más allá, ahí en ese rincón donde guardaba sus tesoros. Su pureza, su más noble esencia, ella lo veía todo y eso lo hacía temblar. No, no le daba vergüenza, tampoco miedo. Era algo distinto lo que sentía, otra cosa, un nudo en el pecho, ganas de saltar, de ofrecerle mil palabras y su corazón en un segundo..
Te amo, le dijo. Y era verdad.

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