
Estar bien, estar mal, no estar, todo es igual. Eventualmente se pasa de lo uno a lo otro, como en un juego. Cuando nada nos hace bien, lo que nos hace mal resulta una triste tentación, para saber que el corazón sigue latiendo, aunque no se escuche, aunque no tenga ganas. Nos aferramos, casi por instinto, casi por capricho, y comenzamos a caminar en la cuerda floja. Nos balanceamos lentamente, estar bien, estar mal, no estar, peligrosamente, estar bien, estar mal, no estar. Todo es lo mismo y seguimos caminando, cada vez más lejos de donde empezamos, miramos atrás y es tan borroso que nos asusta. Miramos adelante y lo que nos hace mal está ahí, ofreciéndonos la mano. La tomamos sin dudar y concientes de estar jugando con el doble filo. Sentimos la electricidad inmediata, nos llenamos de ese frío inevitable. Pero estamos vivos, eso es seguro, los latidos no mienten. Nos avisan que hay peligro, que no bajemos la guardia. Avanzamos más y la cuerda baila bajo nuestros pies, a un lado y a otro. Estar bien, estar mal. A un lado y al otro, estar bien, estar mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
aleteos